Recogiendo los
pedazos de lo que parece estar roto. Así
está nuestro equipo, en la peor de sus peores rachas desde la existencia de
Aebu en la categoría mayor. También es cierto que es el primer año que se
disputa en la divisional D luego de un par de ascensos consecutivos. Tal vez
esos logros - para nada menores - hicieron caer al grupo en una especie de
inercia gobernada por el conformismo que brindaban los resultados.
Luego de un tímido buen arranque de campeonato, se empezó a
ver cómo luego de un par de tropezones se empezaba a tambalear. El equipo no
acuso recibo de las alertas y terminó sucumbiendo ante la falta de solidez en
el juego, esa solidez que tanta seguridad y convicción nos dieron el año
pasado. Empezó a reinar en el equipo la falta de confianza y pasaron varios
partidos sin reacción, con varios cambios de fichas y formaciones que no
pudieron enderezar el camino.
Después de un primer tiempo contra la Marea que ilusionó con
la recuperación de aquello perdido y terminó en desastre, pasamos por una
derrota más y llegamos hasta este último domingo. Que sin
lugar a dudas no fue una derrota más.
Dolió igual que las otras. Pero incluso dolió más porque algo cambió en el medio. Se vio un equipo con cabeza en alto,
convencido de salir a buscar la recuperación definitiva y un poco de alivio
ante la cruel rutina de la derrota. Otra vez se perdió de atrás. Pero
paradojalmente creo estar en posición de afirmar que fue el comienzo de la
remontada tan buscada en la motivación de cada uno de nosotros.
Paso a explicar las razones de tal afirmación. Primera razón, el grupo claramente ni piensa
en darse por vencido, lejos estamos de la resignación de cualquier objetivo
previsto o imprevisto. Segunda, cada uno de nosotros supo encontrar la manera de superar la inercia y
encontrar en el equipo un estímulo para salir adelante. Tercera, con varias
instancias de necesaria autocrítica y el consiguiente paso a la acción para
revertir la situación se pudieron superar las recriminaciones cruzadas que
individualizaban buscando culpas y que lejos de fortalecer al grupo, hubieran
terminado de quebrarlo.
Por estas y otras razones creo que este domingo se
terminaron de juntar los pedazos. Este es el momento de pararnos frente al
espejo y apelar a la memoria colectiva. Reconocernos a través de él como el
equipo que supimos ser, el que todavía somos y el que podemos llegar a ser si
seguimos unidos por el amor a esta camiseta.
By J.I.R.C.
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